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A mi alumno más rebelde

Desde inicio de ciclo escolar, supe que serías especial...



Recuerdo haber aplicado todas las medidas disciplinarias del reglamento... ninguna surtieron efecto. Nunca logré que cambiaras tu conducta.


Yo no entendía el porqué de tu conducta, estaba segura que lo hacías para fastidiarme, parecía que te gustaba que te regañara a cada rato "Así te gusta que te trate", te repetía una y otra vez. "A este niño le gusta que le griten y lo castiguen", eso creía yo.


Nunca me imaginé que eran tus mecanismos para llamar la atención. A pesar de que yo sabía que eras un muchachito descuidado por sus padres y a quien consentían demasiado para compensar su ausencia, jamás se me ocurrió relacionar tu conducta disruptiva como una protesta ante el abandono emocional que vivías. Yo sólo me concentraba en que no me dejabas dar la clase en paz y que alborotabas al resto del grupo. Pero cada grito, cada orden desobedecida, cada travesura, cada trabajo sin terminar, cada castigo, todo ello era la única forma en la que conseguías que se te pusiera atención a ti... sólo a ti, tú y yo en un intercambio totalmente personal.


Debo confesar que te consideré un problema, ahora veo que era mi incapacidad para tratarte y comprenderte.


Eras una inspiración para tus compañeros: ¡Tenías el valor y la osadía de desafiar a la maestra! Por supuesto que esto hacía que todos te adoraran y te consideraran líder supremo del grupo.


Culpaba totalmente a tus padres y yo exigía que ellos te educaran para que yo ya no tuviera problemas. Ellos tenían que corregirte, no yo. A mi no me entrenaron para "educar" criminales en potencia ¿En que parte del plan de estudios dice eso? Así que la verdad, yo quería deslindarme de tu conducta. En aquel entonces yo no sabía que los niños se adaptan al estilo del profesor:

Así como los hijos son el reflejo de los padres, los alumnos son el reflejo del docente.

Ahora lo se, me tomó todos estos años entender que lo único por lo que clamabas era atención, sentirte apreciado e importante. Si al menos hubiera aplicado mejores técnicas, si me hubiera preocupado primero por ti, si te hubiera dado más oportunidades de sentirte importante, quizá hubieras dirigido tu conducta a la realización esas cosas que yo te pedía en clase.


Quiero aclararte que nunca albergué resentimientos, y después de todos estos años, lo que puedo desear es de que hayas encontrado el amor y atención que tanto necesitabas.

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